Nació en Gualeguaychú, Entre Ríos, el 13 de diciembre de 1888.
Pintor, escultor, artesano y decorador. Gavazzo Buchardo es uno de los introductores del modernismo en Argentina.
Formaba parte de los artistas que, en la Exposición Homenaje al Sesquicentenario de la Revolución de Mayo, en el MNBA, el crítico Lorenzo Varela lo registró, entre los primeros vanguardistas. Perfeccionó su formación en la Real Academia de San Fernando de Madrid, en el taller de López Mezquita en Madrid y en el taller de Maurice Denis, un maestro que en esa época representaba una audaz manifestación artística en Paris; reflejo de que el mundo de la plástica europea era un caldero de nuevas tendencias, respondiendo a una realidad dinámica y cambiante. Desde 1915 permanece en París donde estudia en la Academia Ranson y se relaciona con el grupo de los Nabis, fuertemente influenciado por Gauguin, Puvis de Chauvannes, Odilon Redon y Gustave Moreau.
En 1917, junto a Curatella Manes y Alfredo Gutero, entre otros, funda la Asociación de Artistas Argentinos en Europa.
Tenía una mirada sobre las realizaciones manuales y los oficios, muy particular, que desarrollaría después en la creación de vitrales y en elementos decorativos. Gavazzo se ha hecho una especie de apóstol del artesanado y eso lo manifiesta en su participación futura en las exposiciones de artes decorativas, como la de 1919 en Madrid, donde Gavazzo y Guttero presentaban almohadones, el último proyecto de papel pintado y un proyecto de tapiz.
En 1924 participa del Salón Municipal de Artes Decorativas, donde presenta una propuesta para un salón de fumar. Gavazzo es un entusiasta defensor, de que toda la sociedad, adquiera acceso a la enseñanza. Encuentra en el artesanado la manera de liberar al obrero del tedio que el maquinismo le ha impuesto, encontrando en los elementos que hacen a la decoración, el campo ideal para aplicar las técnicas artesanales, introduciendo el diseño moderno en las mismas. El trabajo manual duro, de las fábricas abrumadoras del comienzo del siglo XX, no le era ajeno a Juan Manuel, que podía por experiencia propia sentir lo terrible del tedio impuesto como forma de producción serial a los obreros.
Después de regresar a Argentina, desde el año 1925 hasta 1951, es nombrado Canciller Consular en diferentes países.
Si bien pudieron apreciarse trabajos suyos en distintos envíos a Salones Nacionales y exposiciones, poco a poco las exigencias de su labor diplomática le fueron quitando tiempo para dedicarse plenamente a las artes plásticas, generando un largo interludio que dificultó el contacto con un público interesado en su evolución pictórica.
Fallece en París, Francia, el 14 de abril de 1965.